sábado, 25 de agosto de 2012

Armas nucleares en la Guerra Fría


Al comienzos de la década de los 50 (1953) se producen cambio en el liderazgo de ambas potencias por parte de estados unidos D. Eisenhower asume como presidente en reemplazo de Truman quien había cuadruplicado los gasto en defensa para lo cual EEUU reduce su gasto militar apoyándose en la superioridad nuclear que tenia, por otra parte después de la muerte de Stalin asume Nikita Jrushchov como nuevo líder la URSS.
La figura de Jrushchov no fue bien recibida por parte de la China comunista
Stalinista que dio como resulta la ruptura de la alianza Chino-Sovietico.
Desde 1957 hasta 1961, Khrushchev mostró abiertamente su confianza en la superioridad nuclear de la Unión Soviética. Afirmaba que la capacidad misilística de la URSS era muy superior a la de Estados Unidos y que sus misiles podrían alcanzar cualquier ciudad estadounidense o europea. Khrushcev trató de reformular la idea soviético-staliniana, según la cual la lucha de clases a nivel mundial provocaría inevitablemente una gran guerra entre proletarios y capitalistas cuyo resultado final sería el triunfo del Comunismo. Por su parte Kennedy  caracterizó a la Guerra Fría como una "lucha por las mentes de los hombres" entre dos sistemas de organización social, a mediados de la década de 1960 la lucha ideológica había quedado apartada frente a los objetivos geopolíticos de carácter militar y económico. Después del termino de la segunda guerra mundial son las armas no convencionales las que llamaban poderosamente la atención. La principal de estas armas era la bomba atómica. Al principio de la Guerra fría solo EE.UU. disponía de estas armas, lo que aumentaba significativamente su poder bélico. La Unión Soviética inició su propio programa de investigaciones, para producir también tales bombas, algo que consiguió en cuatro años.
Esta carrera armamentística fue promovida por el llamado "Equilibro de Terror", según el cual, la potencia que se colocase al frente en la producción de armas, provocaría un desequilibrio en el escenario internacional: si una de ellas tuviera mayor número de armas, sería capaz de destruir a la otra. Para los soviéticos la carrera armamentista estaba sólo en la mente de los occidentales, porque para ellos se trataba de ir incrementando su arsenal y perfeccionando sus vectores (misiles, bombarderos y submarinos) según sus posibilidades, porque no podía igualar o superar a occidente. Esta desproporción parecen confirmarla hechos como que los misiles intercontinentales (ICBM) sólo comenzaron a estar a la altura de los estadounidenses, en lo que a operatividad y fiabilidad se refiere, hacia finales de los setenta. Tampoco los submarinos nucleares parecían poder medirse con los occidentales, como prueba la gran cantidad de accidentes que padecieron.



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